sábado, 5 de septiembre de 2015

Cuadros

Desde que se había mudado a aquella mansión no pegaba ojo. Cada noche le faltaba algo distinto, que si un anillo, que si un florero... Pero no había manera de pillar al ladrón, nadie sabía como entraba, ni siquiera los del seguro. Por faltarle le faltaban hasta los sanwiches de la nevera. Pensaba que quizás la mansión tuviese algún pasadizo secreto, pero llevaba ya tres semanas allí y quien fuese no parecía ir más allá, aunque era muy inquietante. En fin, mejor cambiar los cuadros de las habitaciones, sobre todo esos dos tán parecidos, esos que tenían dibujado un comedor tan realista. Conservaría los marcos, esos si, que debían de tener la tira de años, incluso creyó recordar haber visto algo parecido en la biblioteca del primer piso, la que tenía libros de brujería. Era tarde, pero inquieta como estaba era el momento oportuno, primero el del pasillo, por una fotografía de Siberia. Y así lo hizo, pero escuchó un tropezón en el comedor y se asomó, no parecía haber nadie, en fin, ahora el otro por el desierto del sahara....

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