sábado, 5 de septiembre de 2015

La familia perfecta



En el comedor, tras las cortinillas naranjas, esas traslucidas que se movían con el aire, estaban Marco y Aurelia; llevaban poco tiempo viviendo juntos, así que hablaban casi de todo, intentaban sentar las bases de "Algo sólido".


Cristina, cómo buena cotilla que era, aprovechaba los escasos 3 metros del patio interior que separaban su reciente "Cuarto de estar" y el comedor de la pareja. Ella siempre había tenido sus inclinaciones, pero realmente cualquiera pondría oidos a aquel par de heavis del amor.


Aquella misma mañana, por ejemplo, Marco, se había atrevido a preguntarle a su novia por sus relaciones anteriores y ella, ni corta ni perezosa, le había estado contestando sincera y abiertamente.
La conversación había seguido con las relaciones de él y, ahora, entre el olor de la coliflor y la labor de punto primorosa de la vecina indiscreta, seguía como sigue:


-Yo no creo que seas machista, lo que pasa es que habeis tenido los oidos convenientemente abiertos a lo de que la mujer tiene que trabajar, por eso ahora nos va cómo nos va.
-¿Y eso que tiene que ver con lo que te he contado?
-¿No me estabas contando porqué lo dejaste con Luisa?
-Si, porque era estrecha de miras y no quería hacerlo encima.
-Pués eso.
-No te entiendo.
-Mira, en realidad es muy sencillo: Si la mujer no hubiese tenido acceso al trabajo no habrían bajado los sueldos, si no hubiesen bajado los sueldos no haría falta que trabajasen dos personas fuera de casa; entonces las familias no hubiesen ganado la misma cantidad de dinero, las casas no habrían podido subir tanto de precio en el mercado y ahora no sería indispensable que las dos personas trabajasen para poder tener hijos.
-Estoy de acuerdo, por eso no quiero tener hijos.
-Claro y por eso digo que yo no creo que seas machista, si fueses machista querrías que las cosas volviesen atrás, o peor aún que tu novia o tu mujer trabajase fuera y dentro de la casa más que tú.
-Tu sabes que me parece bastante serio, sin tener hijos, tener que trabajar doce horas y volver a casa a fregar los platos.
-Claro pero Luisa escuchó hablar de los neomaltusianos en la cafetería, de hecho te lo comentó.
-Si...
-Y ella se pensó que tú ya te habrías informado y que querías tener niños. Venía cansada del trabajo y se mosqueó porque se vió sobrecargada.
-Los musulmanes tienen la culpa de que cortase con Luisa.
-Bueno de todo se puede aprender, yo contra los neomaltusianos abogaría por la familia triparental.
-¿Eso es nuevo?
-Si, de mi cosecha, resulta evidente que con las lavadoras, frigoríficos, comidas precocinadas, microondas y demás, ya no existe el acuciante trabajo del ama de casa y una persona puede hacerse cargo de más tareas o personas en ese aspecto.


Cristina se comía un bollo de chocolate y rezaba porque soplase el viento para ver la cara de Marco, el silencio parecía decirle que estaba sonriendo.


-Siempre que me toque con dos hombres, claro, y que yo sea una de las personas que trabaja fuera. No es que no juegue con la idea de tener niños, es que no tengo buenos recuerdos de cuando le tenía que limpiar los mocos a mi hermana.


Seguro que Aurelia había conseguido borrar la sonrisa de su novio, en boca callada no entran moscas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario